Últimamente soy feliz. Ahorraos las celebraciones y las palmaditas en la espalda. Para alguien de mi condición (o mejor dicho, de la condición de mis sueños) ser feliz no representa sino un período de carestía temática, una ausencia indefinida de las musas, un vacío de percepciones. Y es que, para aquellos que escribimos (insisto, los que escribimos, no los escritores) estar imbuido de una felicidad generalizada no implica otra cosa que el cierre de una cantidad inmensa de puertas.
Escribir sobre la felicidad es aburrido. La felicidad, pura y dura, es como la luz del mediodía estival: plana, neutra, carente de matices. Podría escribir sobre la felicidad, pero tardaría poco en agotar el tema. Incluso aquellos que dicen que escriben sobre la felicidad, para animar a la gente (los Bucay, Coelho) no hacen sino hablar de la búsqueda de la felicidad. De la felicidad en relación con la no-felicidad. Pero la felicidad… ¿Qué puedo decir de ella?
Los japoneses tienen veinte maneras distintas de nombrar la melancolía, según sus matices. Nosotros mismos tenemos centenas de malas palabras. Tristeza, agonía, desasosiego, agobio, desesperación. Pero para lo bueno, más allá de felicidad y alegría, se me agotan los recursos. La euforia por ejemplo, me resulta una mala palabra.
Sin embargo, supongo que tendré que curarme de esta extraña patología. Desde que adquirí cierta madurez me planteé como objetivo básico en la vida ser feliz. Por otro lado, la literatura siempre me ha dado grandes alegrías. Pero entonces, ¿en qué me estoy equivocando? Soy feliz y tengo miedo de la felicidad porque me aleja de la tristeza que me permite escribir. Y escribir, me hace feliz.
Se me ocurre que quizá tenga que proponerme visitar a un psiquiatra para ser el primer caso de paciente que trata de volverse esquizofrénico, de adoptar una doble personalidad que consiga calmar sus pretensiones. Un vecino armonioso, un padre dotado de cariño y palabras con sentido, un marido detallista y amistoso, un hijo disponible y presente. Y por las noches, en el estudio, ante la fría pantalla, un demente, un ser defectuoso, un pervertido desconsiderado.
O quizá baste con enamorarme. Puede que me traiga el bien. Puede que me traiga el mal. Pero inevitablemente, me hará sufrir.
3 comentarios:
Te parecerá mentira muchacho pero hace escasamente un día que yo también escribí en mi livejournal sobre la felicidad.
Pare increíble pero cierto, si quieres echarle un vistazo, el blog sólo tiene dos entradas porque, aunque lo empecé hace tiempo, le hice un lavado de cara, quité toda la morralla y decidí hacerlo en plan bonito, con sentimiento vamos.
Nos vemos mañana en clase, pero aún me siguen sorprendiendo las coincidencias, aunque como dice Yuko (véase xxxHolic) "no existe la casualidad, sólo lo inevitable".
Bye Bye
Michy
Upss, perdón, se me a olvidado ponerte la dirección del livejournal:
http://michybell.livejournal.com
nos vemos ^^
Finally I read some more of your posts.
As always, it gives me the same nice feeling.
have a great week end.
xo
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