Esta tarde, un chico que es más amigo que compañero, y más poeta que yo, ha estado corrigiendo algunos de mis versos. Al principio hemos estado hablando de que la poesía es sobre todo música, y por lo tanto, muchas veces nos dejamos llevar por el ritmo, inconscientemente, dejando en segundo plano lo que queremos decir, utilizándolo solamente como un recurso para componer nuestras sinfonías de palabras, un lied, un estudio que refleje el sonido de un piano sin necesidad de teclas o altavoces.
Más tarde hemos estado discutiendo el contenido de uno de mis poemas. Tras exponer lo que le fallaba en él, las líneas y las palabras que le hacían perder fuerza, me ha dicho: “Creo que no son coherentes con la idea de la mujer que pretendes transmitir”. En ese momento me ha venido el sobresalto. En primer lugar, me ha desconcertado darme cuenta de que lo que yo había intentado transmitir al escribirlo, había tomado un cariz totalmente distinto a través de sus ojos, un punto de vista totalmente nuevo y maravilloso. Gracias a eso he redescubierto esta tarde uno de los valores más importantes por los que la poesía es un arte: no sólo transmite sentimientos, sino que además puede transmitir miles de ellos según quien lo lea, transformándose en un cuadro, una escultura, una canción. La opinión del autor es totalmente inútil, son innecesarias las largas tesis que intentan explicar lo que un escritor quiso decir al escribir. Lo que prima es que consiguiera hacer sentir al lector, sea lo que sea lo que este sintiera.
El segundo detalle que me ha impresionado viene igualmente al hilo del contenido y la percepción de éste según cada uno. Yo había intentado definir mediante aquellos versos mi visión de mi poesía. Era, como viene a llamarse de forma casi pedante, un poema metapoético. En cambio, mi amigo y supervisor (Javier Vicedo, dejo su nombre patente para que si en algún momento lo veis en una tienda o escucháis hablar de él no dejéis de prestarle atención) había visto la figura de la mujer. Como he dicho antes, un poema puede tener diversas lecturas, al igual que cualquier obra artística, pero es evidente que resulta complicado que un poema que verse sobre la muerte despierte sentimientos de afecto por el campo o recuerden el placer del sexo (si esto sucede, o bien autor tendrá que revisar la claridad de sus ideas o el lector deberá aparcar la lectura para un momento en el que esté más sereno).
Pero en este caso, siendo yo el escritor, prima mi ego y considero que los versos están bien elaborados, por lo que solamente encuentro una solución: si donde alguien habla de versos otro ve la figura de la mujer, es que las mujeres son otra forma de poesía.
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2 comentarios:
Mi querido Jesusín, llevaba ya un tiempo pensando en ti y quería saber cómo iba todo. Me he pasado por tu blog, siguiéndote la pista, y he visto con asombro (y felicidad) que yo aparecía nombrado en este artículo. Gracias por lo elogios que son excesivos pero me agradan (ay el ego del poeta! jejeje).
Desde luego tienes razón en aquello de la posibilidad de diferentes lecturas que ofrece un poema; es una de las experiencias más gratas que existen para el autor: ver cómo su obra toma distintos significados al que él se propuso. La doble lectura de un poema es, cuando el poema está bien hecho (y no es confuso sin la intención del autor), un signo de riqueza. Puedes aplicar ese signo a tu poema, y a tu poesía, que se ha enriquecido tremendamente en poco tiempo y, seguro, va a seguir haciéndolo.
Y dejando de lado las conversaciones metapoéticas vuelvo a mi interés inicial: cómo va todo? cómo va ese trabajo? y el universo femenino, en expansión o paralizado? No quiero preguntarte por macacos, pero te diré que me acuerdo mucho de ellos, sobre todo si son alpujarrenses (o alpujarreños o como cojones quiere que se diga).
Por tierras levantinas todo va muy bien, cuesta ser más feliz de lo que ahora soy. Te recuerdo que tienes una casa aquí para cuando quieras venir.
Espero que entres de vez en cuando en tu blog y sepa de ti pronto.
Un abrazo muy fuerte de tu amigo más que compañero.
"Si donde alguien habla de versos otro ve la figura de la mujer, es que las mujeres son otra forma de poesía".
Esta última frase me recuerda a un libro de Victor Samarkanda, se titula "Palabras desnudas". Lo recomiendo ;)
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